El futuro del periodismo medioambiental.

11:36 Claudia Mañas 0 Comments




El periodismo medioambiental ya no es el periodismo de las flores y los pajaritos. Hoy día hablar de periodismo medioambiental es hablar de contaminación, de cambio climático, de energías renovables, de pesticidas y transgénicos… Y es que el medio ambiente tiene presencia en la cultura, la economía, la política, la alimentación... Pero su homónimo periodístico está muy ausente en la prensa.

La información medioambiental es una de las más demandadas y mejor valoradas por la sociedad española. Esté dato lo señala un estudio del CIS de 2012, que afirma que un 64% de la población sigue con notable interés las noticias sobre medio ambiente. El 91% de la población piensa que el problema de la tierra es algo serio. El 61% piensa que los problemas del medio ambiente afectan directamente a su vida diaria. Y, sin embargo, un 70% de españoles considera que existe escasa educación e información sobre estos asuntos. Así, si esta información es tan valorada, pero recibe espacios tan minoritarios en los medios ¿hacia dónde va este tipo de periodismo?

Matt McGrath, corresponsal de medio ambiente de la cadena británica BBC, opina que “el hecho de que en un futuro la comida, la energía y los recursos naturales puedan abastecer a nueve mil millones de personas en 2100, es una cuestión que atañe a todos los gobiernos y hasta a las empresas más malvadas”. Así, el reto que se le plantea al nuevo periodismo medioambiental es lograr posicionar su información entre las más relevantes, puesto que es una cuestión de interés global. Y además, tendrá que hacerlo en un contexto de crisis de la empresa informativa, cambio de formatos y surgimiento de medios especializados.
En esta línea, surge la teoría de los dinosaurios y las ardillas de Rafael Ruiz, ex periodista de El País. Según él, “el futuro del periodismo medioambiental se encuentra en los nuevos medios que nacen fundamentalmente en Internet (las ardillas), con una pequeña redacción fija y muchos colaboradores y que, por tanto, requieren menos ingresos para mantenerse”. Las ardillas, frente a las grandes empresas informativas (los dinosaurios), cuyas deudas millonarias les arrastran a la catástrofe, a la reducción de sueldos y puestos de trabajo (empezando por medio ambiente), la pérdida de calidad informativa e independencia etc…

De ahí que los periodistas medioambientales se hayan movido desde un apartado de la sección de ciencia de las grandes empresas informativas, a conformar sus propios medios especializados donde la premisa es el autoempleo. Y es aquí donde aportan un valor añadido a la información medioambiental: una dedicación completa, el factor innovación y el factor especialización.

Y es que, si el medio ambiente tiene tanto de economía, tanto de cultura, tanto de social, ¿cómo es que los grandes medios no han hecho este vínculo antes?. Es precisamente en ese vínculo tan importante donde reside el futuro del periodismo medioambiental. Lo vemos en la nueva ardilla de Rafael Ruiz, de nombre El Asombrario, un medio digital que relaciona el medio ambiente con la cultura. O la innovación de la neófita revista Ballena Blanca, que reside en combinar medio ambiente y economía.

Pero la receta del éxito va más allá de la innovación. Si la crisis del papel afecta tanto a los medios convencionales, para los medios ambientales, en cambio, puede ser una oportunidad. Un periodismo tan especializado y profundo invita a una lectura concienzuda. Es sabido que para este tipo de lectura, Internet no es el soporte preferido: su territorio es el papel. Como dice Rafael Serra, de la revista Querqus: “Las publicaciones en papel pueden publicar artículos más sesudos y profundos que en Internet no se leerían”.

Entonces, ¿es que la información medioambiental queda simplemente relegada al formato papel? Serra explica que “el papel y el digital no tienen por qué estar enfrentados […] el digital es el reclamo y el papel es lo que engancha y fideliza”. De ahí la importancia de crear una comunidad fiel de personas que tengan la voluntad de leer este periodismo. El objetivo: llegar a un público más específico e interesado, en vez de a uno amplio y descentrado. Y para ello, las redes sociales e Internet son el mejor apoyo. De este modo, se pueden repescar los nativos digitales y mostrarles el valor del papel en determinadas materias.

Además, los métodos de Internet también son aplicables al papel. En el caso de Ballena Blanca, es constante el uso de infografías y recursos gráficos impactantes acompañando a los grandes reportajes. Sus portadas, cargadas de estos recursos, son el mejor ejemplo.

En este nuevo panorama del periodismo medioambiental, la promesa de dar al medio ambiente el papel que merece, tiene una premisa fundamental: evitar a toda costa el amarillismo. Se ha acostumbrado al público a que las noticias despuntantes de medio ambiente tengan mucho de catástrofe o corrupción, restándoles credibilidad, cansando a la audiencia y provocando su desprecio. De ahí que los medios convencionales no les hayan dado más protagonismo.

Por eso, todas estas nuevas ardillas coinciden en la importancia de retomar un criterio periodístico firme, en hablar sobre asuntos interesantes y que afectan a las vidas de los ciudadanos tanto como el IVA y, sobre todo, la especialización: los periodistas especializados pueden aportar claves sobre temas de tanta relevancia. Y es que, al final, la crisis del modelo medioambiental se resuelve con la vuelta a un periodismo profundo y de calidad.