Finalmente, periodismo.

11:00 Claudia Mañas 0 Comments


Por primera vez en tres años, tuve esa sensación de salir de una conferencia sobre periodismo como si realizarme profesionalmente en este ámbito fuera a ser posible. Al menos, eso dijo el moderador, Juan Calleja, cuando repasó ésta y las anteriores ediciones de Los Nuevos Caminos del Periodismo: Las nuevas formas de contar historias en el mundo digital. El ciclo de conferencias celebró su tercera vuelta en la facultad gris de la Universidad Complutense, en Ciencias de la Información. Por primera vez, se repitió menos que “el periodismo está muy mal” y más que “hago lo que me gusta y me va bien”.


Los estudiantes de esta facultad tienen relojes de otra franja horaria; por eso siempre llegan 10 o 15 minutos tarde. En este caso, la sala completó su aforo a las 9,15 de la mañana, con los ponentes ya en sus asientos. Abrió el ciclo Manu Brabo, cuya silla se ubicaba en la terraza de una cafetería siciliana, donde el fotoperiodista se encontraba por motivos de trabajo, así que su ponencia se realizó por videoconferencia.

Con el sol de fondo apenas se veía el contorno de la cabeza de Brabo, lo justo para esgrimir una cinta sujetando su pelo largo hacia atrás, un cigarro a medio terminar en una mano y un mechero para juguetear en la otra. Sus ojos ocultos tras unas gafas de aviador y el resto de su cara cubierta por una espesa barba.

A pesar de las siluetas que pasaban y los coches que se enfadaban de fondo, el relato de sus aventuras mantuvo al público a plena atención. Natural, genuino, polémico, sin pelos en la lengua. Brabo contó a los estudiantes cómo la universidad no había hecho mella en él: “No aprendí ni la mitad de lo que aprendí en un mes en Palestina” y continuaba: “Esto es un oficio, mejor me pongo a trabajar porque en las aulas no aprendo ni hago lo que quiero”.

A sus 34 años el fotoperiodista por fin puede decir que hace lo que le gusta. Sin embargo, no fue hasta 2007 cuando, con ayuda de su madre, decidió emprender la aventura que le llevó por Oriente Próximo, Siria, Libia… Zonas en conflicto en las que ha disparado su cámara para captar momentos dignos del Pulitzer que ganó en 2013.

El periodista se queja de la situación en España: por un lado, porque “prima lo gratuito”; por otro, porque la gente empezó a fijarse en su trabajo “por estar preso en una cárcel de Gadafi”. “Me llaman para darme una entrevista cada vez que me pasa una desgracia o para darme un premio, pero no para darme trabajo”, se compadece Brabo. En este sentido, su ética le precede: “Prefiero morirme sin un duro a vender mi trabajo por 50 euros porque pienso que estoy saboteando mi trabajo y a mis compañeros”.

Por ello, él y otros cuatro destacados fotoperiodistas han creado una revista (MeMo Magazine) que refleja las historias que los medios dejan de contar y que permite profundizar en las historias tras las fotografías. En palabras del fotoperiodista: “pelear una forma de hacer periodismo más alejada de los intereses económicos y políticos que rodean a los medios; dar al lector el trabajo como nosotros lo percibimos”. Al final, Brabo ha salido adelante haciendo lo que quiere como freelance pero, más aún, encontrando su camino como emprendedor.

Jesús Escudero no ha emprendido un negocio, pero sí ha puesto en marcha un nuevo nicho del profesionalización: el periodismo de datos.

De vuelta en la sala, el periodista de El Confidencial nos relata sus andanzas en la profesión. Con un perfil opuesto a Brabo, Escudero habla más rápido, tiene mucho que decir y un tiempo prefijado para hacerlo. Resume su carrera periodística en sus cuatro años de prácticas en el periódico El Correo, su tonteo con la comunicación institucional en Asturias y sus infografías en El Mundo. Coincide con Brabo: “El mejor máster que puedes hacer son las prácticas y a hacer periodismo se aprende haciendo periodismo”.

Escudero también critica la situación en España: “Mandé 100 currículos y me contestaron 5 para decirme que no”. De ahí que encontrara su camino en el periodismo de datos. Después de años de profesión, estudió un máster y formó la primera unidad de periodismo de datos en España, en el periódico donde actualmente trabaja, El Confidencial.

Para Escudero, este periodismo incipiente tiene ciertas ventajas: “Datos hay en todos sitios y son accesibles y lo que hace falta es filtrarlos para ofrecer historias diferentes al lector”. Pero advierte: “El dato te lleva a la historia, pero el periodismo responde al por qué y al cómo”.

Con la sala un poco más vacía por la llamada a las aulas, tocó el turno de Anaïs Pérez Figueras, directora de comunicación de Google España. Fue periodista hasta que recibió la llamada del gigante de Internet. Se incorporó a su equipo siguiendo otro de los caminos que están poniendo las lentejas en la mesa de los periodistas: la comunicación corporativa. Como comunicadora, se le exige que comprenda la labor del medio: “Tienes que entender cómo trabajan los periodistas, qué les gusta… Muchas veces nuestro trabajo consiste en convencer a los periodistas de lo contrario de lo que piensan o lo que saben de oídas”. Pérez reivindica la importancia de haber sido periodista para dedicarse a la comunicación, mucho más que estudiar un máster. La comunicadora cree en su oficio también como labor social: “El periodismo emprendedor no será la llave para todo el mundo, pero creo que las startups necesitarán personas que comuniquen aquello en lo que ellos creen”.

El blog profesional es la última salida laboral que se propone en este ciclo y viene de la mano de Jordi Pérez Colomé. En un tono distendido y bromista, este catalán relata cómo perdió su empleo como periodista, pero no su vocación. Decidió seguir narrando historias, ahora desde una perspectiva más libre y personal, enfocando temas de actualidad con visiones novedosas, honestas y explicando lo que su audiencia necesita saber. Con Obamaworld, creó un blog donde dar salida a las crónicas de sus viajes, financiados por sus lectores mediante donaciones o crowdfounding. El periodista habla de la democratización del acceso a la información: “Ahora para llegar al lector simplemente tienes que estar en las redes sociales; si alguien me sigue a mí y sigue a El País, los dos le aparecemos equitativamente en Twitter”.

Jordi Pérez también es profesor de redacción y para él el lenguaje es fundamental. La clave de su éxito reside en profundizar en temas que los medios no explican bien, pero también en contarlo con las palabras adecuadas: “Decir las cosas de la manera que mejor capte la atención y sea más riguroso. Que no haya que leer mis frases dos veces”, asevera.

Él define su situación laboral como “De freelance a autofreelance: hacer interesante para la gente lo que voy escribiendo, más que intentárselo  vender a los medios, que querrán que haga las patatas que publican ellos”. Obamaworld, el trabajo duro y la vocación han llevado a este autofreelance a fichar por el equipo del nuevo medio de Pedro J. Ramírez, El Español.


Bien como freelance, equipo de datos, blogger o comunicador, estos treintañeros han abierto camino a cuatro salidas profesionales que nacen de un mismo título universitario, para pasar de la cola del paro en la que se les esperaba ver, a la cabeza de la innovación en la que hoy se encuentran.